19 de noviembre de 2011

La ingesta de antioxidantes resulta beneficiosa para los pacientes con fibromialgia al permitir mayor vitalidad, menor dolor muscular y mejor estado d

CÓMO DISTINGUIR Y COMBATIR LA FATIGA CRÓNICA Y LA FIBROMIALGIA

Sus síntomas son similares, pero se trata de enfermedades distintas. Ambas provocan molestias muy incapacitantes como sensación de fatiga física y dolor articular, pero su origen es diferente. Algunas terapias y determinados fármacos pueden mejorar la calidad de vida de quienes las padecen.
Las personas aquejadas por estas dolencias se les llaman “enfermos invisibles”, ya que los síntomas que sufren son tan inespecíficos y de una intensidad tan difícil de mesurar que, muchas veces, son achacados a una depresión o a una sensibilidad excesiva al dolor. Ambas dolencias, sin embargo, están incluidas en el registro de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud. Son, por lo tanto, trastornos plenamente reconocidos con un protocolo específico de actuación.

DEFINICIÓN Y DIFERENCIAS

Aunque es bastante frecuente sufrir las dos enfermedades de forma simultánea (entre el 60 y el 70% de los casos es así), no hay que confundirlas, ya que cada una de ellas tiene un origen y un tratamiento distinto.

SÍNDROME DE FATIGA CRÓNICA (SFC)

Se cree que este trastorno podría deberse a una disfunción del sistema inmune. Suele estar asociado con alteraciones neurológicas, cardiorrespiratorias, endocrinas, etc. En muchos casos, puede sufrirse simultáneamente con fibromialgia.
Síntomas. El signo mas revelador es una sensación de fatiga que no se alivia con el descanso. Se trata de un cansancio muy severo que dura un mínimo de seis meses. Algunas personas pueden sufrir, además, dolores musculares (sobre todo en las piernas), deterioro de la capacidad de concentración, cansancio, insomnio, desinterés…
Origen. Se desconoce a ciencia cierta, aunque se trabaja con varias hipótesis. Puede desencadenarse a causa de una infección vírica o al contacto con químicos ambientales (en este caso estaría asociado con un síndrome de sensibilidad química múltiple). También se cree que pueda deberse a tener una predisposición genética o al estrés emocional.
Cómo se diagnostica. Es difícil detectarla, ya que los síntomas se parecen mucho a los de otras enfermedades (mononucleosis, depresión, hipotiroidismo, etc.). Es necesario, por lo tanto, descartar estas otras dolencias antes de hacer un diagnóstico. Como no hay análisis que puedan detectarla, por regla general, los especialistas se basan en la presencia de síntomas como, sobre todo, el cansancio que no desaparece.

FIBROMIALGIA

Podría tratarse de una alteración del sistema nervioso central. El sistema que regula el dolor está alterado, reconociendo como dolorosas sensaciones que una persona normal ni siquiera notaría.
Síntomas. El más característico es un dolor de duración prolongada en unos puntos específicos (18 en total) que se distribuyen a lo largo de todo el cuerpo: cervicales, músculo trapecio, segunda costilla, glúteos, rodillas, etc.
Origen. Al igual que la SFC, también su causa es desconocida, aunque se cree que pueda ser de origen genético. Lo que sí se sabe es que puede presentarse junto a otras dolencia, como el síndrome de fatiga crónica o el síndrome de sensibilidad química múltiple.
Cómo diagnosticarla. La fibromialgia tampoco es posible detectarla con análisis ni radiografía. Para comprobar su existencia, el especialista activa los 18 puntos de dolor de los que hemos hablado antes (puntos “gatillo”) y comprueba la presencia de otros síntomas (cansancio, irritabilidad…).

TRATARLAS DESDE DISTINTOS FRENTES

En la mayoría de casos, no hay ningún remedio que pueda combatir estas dolencias de forma definitiva. Hay, sin embargo, toda una batería de métodos que, aplicados de forma simultánea, pueden aliviar los síntomas. Con un tratamiento adecuado, se calcula que el 70% de los afectados mejoran considerablemente al año y medio de haberlo iniciado.
Fármacos. Para aliviar el dolor, se suelen recetar medicamentos antiinflamatorios, relajantes musculares e infiltraciones de anestésicos en los puntos más dolorosos. En ocasiones, se pueden recetar medicamentos antidepresivos en dosis bajas. No curan la enfermedad, pero mejoran la calidad de vida, ya que tratan síntomas como el insomnio, la ansiedad o la depresión.
Descanso. Hay que evitar el exceso de actividad los días en los que las molestias son más acusadas. También se aconseja dormir las horas necesarias y levantarse y acostarse siempre a la misma hora. Para mejorar la calidad del sueño, se recomienda tomar infusiones antes de acostarse, darse un baño relajante, etc.
Terapia de apoyo psicológico. En algunas personas, puede resultar muy útil, ya que permite conocer mejor la enfermedad y aprender a mantener una actitud positiva ante ella.
Dieta equilibrada. Para no empeorar los síntomas, se recomienda mantener el peso adecuado mediante una dieta equilibrada, rica en vitaminas y minerales. También se aconseja realizar cinco comidas al día, procurando que las cenas sean ligeras y evitar las comidas muy especiadas y las bebidas excitantes (café, alcohol…), sobre todo antes de irse a dormir.
Ejercicio. Resulta muy útil para mantener un tono muscular adecuado, siempre y cuando se adapte a la forma física de cada persona y no exija un esfuerzo exagerado. Los más adecuados son andar, nadar, ir en bicicleta (estática o de paseo) y realizar yoga y taichi.
Aplicación de calor. Los baños y las duchas calientes y las almohadas o mantas eléctricas, cremas con efecto calor son un buen recurso para aliviar el dolor.

NUEVOS TRATAMIENTOS PARA LA FIBROMIALGIA

Aunque todavía no se ha dado con la solución definitiva de estas dolencias, hay una serie de técnicas que ofrecen buenos resultados.
Campos magnéticos. El regulador biofísico (RBF) es una técnica que consiste en la aplicación de ondas electromagnéticas de baja intensidad que regulan el sistema nervioso central. Es eficaz en 8 de cada 10 casos.
Hormona del crecimiento. Se aplica de forma experimental en casos de fibromialgia severa para aliviar el dolor y el cansancio crónico.
Magnesio. Algunos estudios han demostrado que las personas con fibromialgia tienen niveles bajos de este mineral. Se aconseja, por lo tanto, aumentar el consumo de alimentos que lo contengan, como las pipas de girasol, frutos secos, legumbres, etc.

ANTIOXIDANTES, UNA NUEVA ESPERANZA CONTRA LA FIBROMIALGIA

Un nueva teoría podría colaborar en el control de la fibromialgia y mejorar la calidad de vida de los afectados, ya que postula que el exceso de oxidantes en el organismo afectaría a los tejidos pudiendo ser responsable de la enfermedad.

El peroxinitrito, un potente oxidante derivado del oxido nítrico podría intervenir en el desarrollo de la fibromialgia cuando el cuerpo se encuentra expuesto a elementos "estresores" como pueden ser las infecciones, sustancias químicas, traumas físicos o estrés psicológico.
Cada uno de estos estresores incrementa el nivel de oxido nítrico y es ahí donde puede comenzarse el desarrollo de la fibromialgia.
Esta teoría podría explicar por qué las personas afectadas a menudo padecen síntomas diferentes, ya que los oxidantes actúan a nivel local debido a su corta vida que no les permite desplazarse muy lejos y pueden afectar diversos tejidos dependiendo del lugar donde se producen.
Es decir, una persona con fibromialgia puede manifestar cefaleas, mientras que otra no, pero también pueden sentir al mismo tiempo, fatiga crónica y dolor muscular generalizado.

Por las explicaciones anteriores, se piensa que los antioxidantes podrían ayudar grandemente en la reducción de los síntomas de la fibromialgia.
La mayoría de los antioxidantes los podemos obtener en los alimentos, como es el caso de la vitamina C, el selenio, la vitamina E, los carotenos, los flavonoides, el magnesio y demás. Pero también, podrían resultar útiles en los afectados los suplementos antioxidantes para contrarrestar el alto nivel de oxidantes del organismo.

La ingesta de antioxidantes resulta beneficiosa para los pacientes con fibromialgia al permitir mayor vitalidad, menor dolor muscular y mejor estado de ánimo.