19 de mayo de 2012

REFUERZA TUS DEFENSAS PARA LA LLEGADA DEL INVIERNO




La vuelta a la rutina diaria, la llegada de los primeros fríos, la falta de luz...Tras el verano, el sistema inmune de nuestro organismo puede caer en picado. Para protegerse de la gripe y otras infecciones típicamente invernales, el momento más adecuado para reforzarlo es en otoño.
Nuestro cuerpo es más sensible a los agentes externos de lo que creemos. El clima, el estrés, la dieta, nuestro estado de ánimo, etc., pueden tener una gran influencia en nuestra salud, haciendo que nos sintamos más o menos cansados o que caigamos enfermos con mayor facilidad. El otoño, con sus cambios bruscos de temperatura y sus exigencias laborales es un momento delicado para nuestras defensas. Para no quedarnos desprotegidos, sigue estos consejos.

El primer paso será elaborar la estrategia adecuada para entrar en la estación del frío con buen pie.

Contrariamente a lo que pueda pensarse, para fortalecer el cuerpo frente a las enfermedades no hay que protegerlo en exceso de las incidencias del clima, sino todo lo contrario. Es mejor exponerlo de forma controlada a los factores ambientales como el frío que abrigarse en exceso. Además, hay que tener en cuenta que las bajas temperaturas no debilitan el cuerpo, sino los cambios bruscos de temperatura. Por esta razón, es importante aclimatarse de forma gradual, realizando actividades al aire libre. Además, si lo hacemos en horas de sol, aumentaremos los niveles de vitamina D, algo bajas en invierno.

Las prisas, las exigencias, las preocupaciones, etc., agotan nuestro organismo y disminuyen nuestras defensas. Establecer prioridades y no pretender llegar a todo son gestos que nos ayudarán a tomarnos la vida con más calma y a no enfermar.

Hacer más deporte, es uno de los principales propósitos que nos hacemos durante esta época del año, aunque no siempre se lleva a cabo y es una lástima. Haz que este año sea el definitivo y procura llevar una vida más activa. Hacer ejercicio con regularidad oxigena el organismo y favorece la eliminación de toxinas.

La dieta es otro punto imprescindible para mantener el sistema inmunológico en buenas condiciones.
Alimentos ricos en vitamina C. Aunque, en los últimos tiempos, la importancia de la vitamina C ha sido muy discutidos, lo cierto es que sin ella, nuestro sistema inmunológico quedaría muy mermado. Su misión es fortalecer los fagocitos y linfocitos, es decir, las células encargadas de destruir a los microorganismos perjudiciales. Además de favorecer la asimilación del hierro, nos ayuda a estar más fuertes. Se encuentra en alimentos como toda la familia de la col, el pimiento, el tomate, las fresas, el kiwi, los cítricos (naranja, limón, mandarina...), melón, etc.
Lácteos con lactobacilos. Los lactobacilos que contienen lácteos como el yogur, la cuajada o el kéfir estimulan la creación de defensas intestinales.
Cinco raciones de fruta y verdura al día. Es la mejor manera de asegurar un aporte adecuado de vitaminas y minerales. Para conservar al máximo sus nutrientes, es preferible comer la fruta entera y, siempre que sea posible, con piel. Las verduras deben tomarse crudas o poco hechas, cocinadas al vapor o hervidas con poca agua.
Reduce toxinas. Los precocinados, las grasas saturadas, los dulces, el café y el alcohol agotan nuestro organismo y merman nuestras defensas. Reduce su consumo de forma drástica y ganarás en salud.

Los antibióticos son una valiosa ayuda a la hora de combatir infecciones causadas por bacterias, pero nunca deben tomarse por cuenta propia como preventivo, ya que no siempre son eficaces. Además, tomar antibióticos cuando no es necesario debilita nuestras defensas y hace que enfermemos más. Los microbios, además, pueden hacerse resistentes a los antibióticos.
Para no entrar en este círculo vicioso, es conveniente tomar antibióticos únicamente cuando el médico así lo indique. Hay que tener en cuenta que estos medicamentos no lo curan todo. En las infecciones provocadas por virus (como, por ejemplo, la gripe) no resultan efectivos.
Como preventivo, es mejor confiar en productos naturales que nos ayudan a reforzar nuestras defensas como, por ejemplo, el própolis, la equinácea, las perlas de ajo, el polen, la jalea real, etc.